martes, 5 de abril de 2011

EL BARROCO EN EL CONTINENTE AMERICANO


EL BARROCO EN AMÉRICA

Claudio de Arcinieda. Exterioe de la Catedral metropolitana de México
 
Antecedentes:
Desde la llegada de los españoles a América, el número de nuevas ciudades fue en crecimiento constante. La posibilidad de planificar desde el principio el desarrollo urbano de un territorio hizo posible realizar la utopía renacentista, que aspiraba a recuperar el plano reticular del arquitecto griego Hipódamos de Mileto, con calles que se cortan en ángulo recto y manzanas regulares de casas trazadas (a cordel y regla), según dicen las leyes indias.
En todas ellas tuvo una gran importancia la plaza mayor o plaza de armas, centro político, económico y religioso dentro de la cuidad. Pero la conquista no solo fue una empresa militar, sino también religiosa.

Capilla de Rosario, iglesia del convento de Santo Domingo, Puebla- México

Al principio fueron conventos, fundados por órdenes mendicantes, como franciscanos y dominicos, que en ocasiones, levantaron misiones, convertidas también en núcleos de población. Tras las primeras décadas del siglo XVI, plagadas de interesantísimas experiencias arquitectónicas, se emprende la construcción de catedrales.
Tuvo mucho éxito una planta de salón con columnas y bóvedas a la misma altura (Hallenkirchen), que se había utilizado en Europa desde los tiempos finales del gótico, aunque ahora con elementos clasicistas, empleados con cierto anacronismo y arbitrariedad.
Una de las más importantes fue la catedral metropolitana de México, diseñada por Claudio de Arciniega, inaugurada en 1667, aunque se completó más tarde, con las características fachadas-retablo de las iglesias americanas, profusamente ornamentadas. En este templo se funde la planta de salón con la basílica, con cúpula sobre el crucero. Está dotado de columnas y bóvedas como en Europa, pero realizadas con materiales autóctonos, más ligeros, que producen un singular espacio diáfano y escalonado, de una monumentalidad insólita, en una fusión de culturas que caracterizan todo el arte iberoamericano de la Edad Moderna.

 Plano de época de la ciudad de Cartagena de Indias

Este mestizaje estilístico tuvo una de sus más peculiares manifestaciones artísticas autóctonas en las decoraciones, en las que se emplearon motivos europeos, como la columna salomónica o el estípite (pilar formado por troncos de pirámide invertidos), a veces caprichosamente interpretados , junto a elementos indígenas, como frutos locales, papayas o plátanos. Muchas de estas decoraciones son espesos estucos que inundan, en un frenesí de formas que no tiene límites, toda la superficie arquitectónica, como la iglesia del convento de Santo Domingo (1657), en Oaxaca, o la capilla del Rosario, en la iglesia del Convento de Santo Domingo (1690),en Puebla.

 Interior y Fachada Principal de la iglesia del convento de Santo Domingo, Oaxaca

El arte americano presenta características originales a causa de las influencias de los modelos peninsulares y del arte precolombino. En América, el Barroco se desarrolló desde mediados del siglo XVII hasta los comienzos del siglo XIX. 

Las características del arte barroco en América
Las obras artísticas realizadas en las colonias americanas presentan algunas características propias que las diferencian de las hechas en Europa. Esta situación se debió a la distancia existente entre las metrópolis y las colonias y a la ausencia en América de grandes artistas europeos. Fue decisiva la presencia de una tradición artística precolombina que influyó en la creación de un estilo particular. Objetos llegados del Asia sirvieron también como fuentes de inspiración, en especial, en el arte desarrollado en las colonias portuguesas y en la zona de la costa del Pacífico.
Los rasgos básicos del estilo barroco se transmitieron a América fundamentalmente por medio de la enseñanza de los religiosos, que utilizaban libros o estampas que contenían obras realiza-das por artistas europeos.
Asimismo, la presencia de artistas europeos, criollos, indígenas y mestizos contribuyó a crear un lenguaje plástico propio de cada una de las grandes regiones americanas.
Una de las principales características del Barroco americano es la importancia que adquirió la arquitectura con respecto a las otras artes. Esta propuesta se debe a la necesidad de crear iglesias para recibir a las poblaciones recientemente cristianizadas. Otra característica importante es la rica decoración de las fachadas y los interiores de los edificios. 

La Escuela Quiteña (siglo XVI, XVII)

 La compañía de Jesús- Quito

La Escuela Quiteña, es como se ha llamado al conjunto de manifestaciones artísticas y de artistas que se desarrolló en el territorio de la Real Audiencia de Quito, desde Pasto y Popayán por el norte hasta Piura y Cajamarca por el sur, durante el período colonial (segunda mitad del S. XVI, XVII, XVIII y primer cuarto del S. XIX); es decir durante la dominación española (1542-1824).
También se la considera como una forma de producción artística y fue una de las actividades más importantes desde el punto de vista económico en la Real Audiencia de Quito.
Se considera que su origen es la escuela de Artes y Oficios, fundada en 1552 por el sacerdote franciscano Jodoco Ricke, quien junto a Fray Pedro Gosseal transforma el colegio San Andrés, en el lugar donde se forman los primeros artistas indígenas.
Como expresión cultural es el resultado de un dilatado proceso de transculturación entre lo aborigen y lo europeo y es una de las manifestaciones más ricas del mestizaje y del sincretismo, en el cual aparentemente la participación del indígena vencido es de menor importancia frente al aporte europeo dominante.
La Escuela Quiteña, es rica en leyendas, belleza y virtuosismo. Incluso llamarla Escuela Quiteña, según los entendidos, es impropio, por la ausencia de una definición de sus características desde la historia del arte. Pero vale permitirse esta licencia en nombre del encanto del paseo y de la creencia generalizada de los orgullosos habitantes de Quito, la capital ecuatoriana. Cuando nos referimos a la escuela quiteña, estamos hablando de la obsesión por el detalle. Echar un vistazo a las obras creadas por el genio colonial quiteño implica estar dispuesto a hacer muecas (a veces de sorpresa, a veces de horror) y también a saborear la obsesión (tan barroca) por el detalle en exceso.
Características:
Como fruto del sincretismo cultural y del mestizaje las obras de la Escuela Quiteña se caracterizan por la combinación y adaptación de rasgos europeos e indigenistas y en sus etapas refleja todos los estilos imperantes en cada época en España y así tiene elementos renacentistas y manieristas; durante su apogeo es eminentemente barroca concluyendo con una corta etapa rococó que desemboca en un incipiente neoclasicismo hacia la fase de transición a la etapa republicana.

Arquitectura:

 Iglesia de San Agustín-Quito



Sobre los edificios arquitectónicos de Quito, se puede observar como la luz golpea la piedra y deja su sombra sobre las fachadas de piedra y barro, las texturas se manifiestan en toda su gracia, sutil, y a veces dura, pero siempre plástica.
Estas paredes atesoran el producto de las manos creativas de artesanos locales que aprendieron nuevos lenguajes y códigos a partir de 1534 cuando España funda Quito sobre antiguos asentamientos indígenas. Allí nace el período colonial, cuando la ciudad experimenta la construcción de sus principales monumentos religiosos depositarios de obras de arte invalorables. Son los tiempos en el que el Barroco se derrocha por todas partes, es la voluntad por lo por lo voluptuoso y sobrecargado, ese horror al vacío, se transforma en arte enérgico, que se levanta en ese Quito.
Los gruesos muros que limitan estos templos de arte colonial son testigos de innumerables acontecimientos, como el del convento de San Agustín donde se firmó el Acta de Independencia del Ecuador.
América y España se unen en el Arte, la potencia creativa local, más su cosmovisión indígena, junto con los códigos ancestrales europeos de la época logran una fusión que se verifica en las creaciones artísticas y arquitectónicas.
El convento de San Agustín, es uno de los más antiguos de Quito, es también llamado el Convento del Oro de América, allí podemos ver hoy lienzos de los artistas ecuatorianos Miguel de Santiago, Luis Carrera y otros atribuidos a la Escuela Quiteña del siglo XVII. Lo primero que llama la atención en éste convento, es la continuidad a lo largo de cuatro corredores de cuadros enormes de un mismo personaje, los cuales están plasmados por la vida y los milagros de San Agustín, una de las obras cumbre del pintor quiteño Miguel de Santiago,  mayor exponente de la pintura en la Escuela Quiteña. La serie pintada entre 1656 y 1659 por Miguel de Santiago y sus discípulos  desarrolla con maestría las técnicas de luz y sombra que dan vida al claroscuro. Todas las piezas de la Sala Capitular pertenecen a la escuela de arte de Quito, trabajadas a lo largo del XVII y XVIII: la sillería, el artesonado mudéjar, hasta el magnífico y sufridísimo Cristo del retablo de José Olmos, más conocido como Pampite (1670- 1730), escultor famoso por sus trabajos de policromía y realismo desmesurados.  Otra de las obras de ésta escuela es la Regla o el Cuadro de los mil rostros, pintados por Miguel de Santiago, ésta obra tiene ocho metros de alto por seis de ancho, donde ninguna de  las caras que aparecen en el lienzo se repiten.


Iglesia de San Fracisco- Quito

Quito tiene tanto arte religioso que es imposible sintetizarlo en pocas líneas, pero no podemos dejar de mencionar a todo el conjunto de San Francisco, el más grande, y una joya de América toda, tampoco a la Iglesia y Convento de Santo Domingo lugar ineludible en un recorrido por el arte religioso quiteño, a iglesia de la Compañía que es, sin lugar a dudas, el mayor y mejor ejemplo del arte Barroco de la Escuela Quiteña y uno de los mayores monumentos de esa corriente en la América Hispánica y en todo el mundo.

Pintura y Escultura:
 Virgen alada pintura de Miguel de Santiago, exponente de la escuela quiteña del siglo XVII.
Con respecto a la pintura y escultura de la escuela quiteña, a más de los aportes españoles, recibe múltiples influencias flamencas, italianas y moriscas, las cuales íntimamente enraizadas en la tradición indoamericana, le dan una particularidad especial, diversa de sus fuentes, pues su resultado es mestizo.
 Virgen de Quito, escultura mas famosa de Bernardo de Legarda, s.XVII
Una de sus características comunes de la Escuela es su técnica de encarnado (como se llama en pintura y escultura a la simulación del color de la carne del cuerpo humano) que da una apariencia más natural a la piel del rostro de las esculturas. una vez que la pieza estaba tallada y perfectamente lijada, el oficial del taller procedía a recubrir la madera con varias capas de yeso con cola; luego de cada capa, se pulía perfectamente hasta conseguir un acabado perfectamente liso; luego de lo cual se daba el color en varias capas sumamente fluidas que se transparentaban permitiendo la mezcla óptica de los colores superpuestos; se iniciaba con los colores de sombras (azules, verdes, ocres); luego se daban los colores claros (blanco, rosa, amarillo); para terminar con los colores de resalte (naranja y rojo para las mejillas sonrosadas, las rodillas y codos de los niños; azul oscuro, verde, violeta, para las heridas y moretones de los Cristos o para las sombras de la barba incipiente de personajes imberbes.


Las características que denotan su raigambre indígena son:
  • Se da una quiteñización de los personajes, muchos tienen rasgos mestizos y atuendos locales;
  • Aparecen con frecuencia costumbres ancestrales aborígenes;
  • Las escenas se ubican en un ambiente propio del paisaje andino, de sus ciudades, de su arquitectura;
  • Existe la presencia de fauna local (llamas en lugar de camellos y caballos; cuy en sustitución del Cordero Pascual; monos, zarigüeyas, tapires, felinos, junto con los clásicos borregos de los pastores, etc.), y la flora nativa se descubre en guirnaldas, bordados, incrustaciones, platería, tallas, etc.) al igual que la adopción de plantas vernáculas sustituyendo las de la iconografía tradicional europea; · en escultura y pintura hay presencia de personajes y costumbres propios del medio; · el ejecutor de la obra de arte es el artesano local, de milenaria tradición artística propia; se da una adopción por "naturalización" de los santos europeos.
 
OBRA: La Sábana Santa – Caspicara (siglo XVII)


Análisis sensorial:
La primera idea que obtengo al observar esta obra, es el sufrimiento de Jesús el cual cae rendido en las piernas de María, la cual tiene un rostro de dolor, angustia y desconsuelo, al ver a su hijo morir. Es una obra que muestra en la cual podemos observar los elementos representativos de las esculturas de la Escuela quiteña. Ésta escultura es un claro ejemplo de cómo se manejaba la técnica de encarnado, ya que claramente podemos observar simulación del color de la carne del cuerpo humano, así también la sangre, los moretones y golpes que tiene Jesús por su cuerpo.
Análisis sociológico:
Escultor ecuatoriano del siglo XVlI. Manuel Chilli, más conocido por Caspicara, trabajó en Quito, en cuya ciudad y durante los Siglos XVII y XVIII los talleres de artistas fueron el filón que nutrió de escultura a América del Sur. Allí se formó Caspicara, indio de origen. Caspicara transmitió a su escultura, de una manera directa y cabal, toda la devoción y el sentimiento religioso de los hombres de su tiempo.
Análisis simbólico:
Los temas de la escultura de Caspicara, eran siempre religiosos y su técnica, la talla en madera, policromada, le convierten en un seguidor notable de la más castiza tradición imaginaria hispánica trasplantada a América.
En la obra la Sábana Santa, se puede observar claramente lo que el artista quería expresar, que es el sufrimiento y el dolor que se puede observar que tiene por las varias heridas que tiene en su cuerpo.
Análisis ideológico:
Ésta obra tiene un profundo arraigo en la sensibilidad y creencias del pueblo quiteño, lo que explica el aprecio y el número de encargos que se le hicieron a Caspicara a lo largo de su vida.
Por medio de ésta obra se puede ver la trascendencia del arte espiritual que tenía Caspicara durante la Escuela quiteña. A escultores y pintores quiteños, como ha Caspicara, no les interesaba que su nombre perdure. Le interesaba que su obra sea fiel transmisora de la Idea esencial que deseaba mostrar. Así, la obra se presenta en soporte o base para la meditación espiritual.
Análisis estilístico:
 En esta obra de Caspicara, se ve claramente la técnica que se utilizaba especialmente en esculturas, que es la técnica de encarnado; Otra característica de ésta escultura es la representación ondulada del movimiento de los cuerpos. El  trabajo escultórico de Caspicara, al igual que la mayor parte de esculturas de la Escuela quiteña,  tiene una personalidad más vigorosa y definida que el pictórico. No hace falta tener un ojo entrenado ni conocimientos especiales para inclinarse de inmediato por la escultura quiteña de tiempos de la Colonia.
Análisis biográfico:
Caspicara aprendió su oficio en alguno de los abundantes talleres quiteños que atendían a los numerosos encargos que les venían de casi todos los puntos del continente. A la técnica, sensibilidad y formas de la escultura tradicional, Caspicara incorporó, como ningún otro maestro de su tiempo, el espíritu del pueblo y la sensibilidad de lo sencillo. La impresión de las llagas a San Francisco, realizada para la iglesia de la Cantuña (Quito), es un expresivo ejemplo de la sensibilidad popular del escultor y de su carácter nato de imaginero.
La obra de Caspicara fue extensa y abarcó, si se compara con la de sus contemporáneos, un amplio número de modalidades. No sólo se limitó a la escultura de retablos o imágenes, como la espléndida Virgen del Carmen, de la iglesia de San Francisco de Quito, en la que se nos presenta como un maestro de técnica refinada, sino que también realizó grupos escultóricos, tema éste poco frecuente en la escultura quiteña. Los trabajos de Caspicara también incluyen otros temas, como las Virtudes, que realiza para el coro de la catedral.


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